La yerba requiere temperaturas
tropicales o subtropicales y una elevada humedad ambiente, así como frecuentes
precipitaciones, en el orden de los 1.500 mm anuales, especialmente durante la
floración. La temperatura óptima se ubica en torno a los 20º de media, aunque
soporta bien las heladas. Es muy tolerante a la sombra.
Prefiere sitios bajos, con buen drenaje
y posibilidad de radicar en profundidad. El suelo debe ser ligeramente ácido,
arenoso o arcilloso, de textura fina o media. Tiene altos requerimientos de
ácido fosfórico y potasio.
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